domingo, 18 de octubre de 2015

Cuando Jesús es el pastor, nada nos puede faltar



-       Cuán buenas son las promesas de Dios para nuestras vidas.
-       Sus promesas son para todos nosotros.
-       En eso no hay acepción de persona.
-       Ahora bien, hay promesas que tienen ciertas condiciones para que se cumplan en nuestras vidas.
-       El Salmo 23 comienza regalándonos una gran promesa de vida.
-       “Nada me faltará” 
-       Nos atemoriza, nos roba la paz y la calma, saber que alguna de nuestras necesidades físicas o materiales pudieran no estar cubiertas.
-       Que paz saber que en Dios lo tenemos todo.
-       De hecho, el salmo 23 nos hace unas cuantas promesas más.
-       Nos promete pastorearnos, confortar nuestra alma, guiarnos por caminos de bien, estar con nosotros, darnos aliento, etc.
-       Lo interesante es conocer como el salmista ha descubierto todas estas bondades y beneficios de Dios para su vida.
-       El salmista ha hecho de Jesús, su pastor.
-       La clave radica allí.
-       Si bien Dios quiere bendecirnos comprometiéndose con nosotros, nosotros debemos comprometernos con Él.
-       Para gozar de sus bendiciones hay que permitirle a Jesús, ser nuestro pastor.
-       ¿Cómo es posible creer que Dios debe o tiene que bendecirnos, si a nosotros no nos interesa ser pastoreados por Él?
-        Nada me falta si Jesús, es mi pastor.
-       Las cosas cambian cuando estamos en Él.
-       Las cosas cambian cuando nuestra prioridad está en Jesús.
-       Procura en tu vida, no sólo buscar de sus bendiciones, sino buscar al que bendice.
-       Deja que Él te pastoree, deja que Él te guíe.
-       Por eso el bien y la misericordia nos siguen todos los días, porque cuando Jesús es el pastor, nada nos puede faltar.

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