- Cuán buenas son las promesas
de Dios para nuestras vidas.
- Sus
promesas son para todos nosotros.
- En
eso no hay acepción de persona.
- Ahora
bien, hay promesas que tienen ciertas condiciones para que se cumplan en
nuestras vidas.
- El
Salmo 23 comienza regalándonos una gran promesa de vida.
- “Nada
me faltará”
- Nos
atemoriza, nos roba la paz y la calma, saber que alguna de nuestras necesidades
físicas o materiales pudieran no estar cubiertas.
- Que
paz saber que en Dios lo tenemos todo.
- De
hecho, el salmo 23 nos hace unas cuantas promesas más.
- Nos
promete pastorearnos, confortar nuestra alma, guiarnos por caminos de bien,
estar con nosotros, darnos aliento, etc.
- Lo
interesante es conocer como el salmista ha descubierto todas estas bondades y
beneficios de Dios para su vida.
- El
salmista ha hecho de Jesús, su pastor.
- La
clave radica allí.
- Si
bien Dios quiere bendecirnos comprometiéndose con nosotros, nosotros debemos
comprometernos con Él.
- Para
gozar de sus bendiciones hay que permitirle a Jesús, ser nuestro pastor.
- ¿Cómo es posible creer que
Dios debe o tiene que bendecirnos, si a nosotros no nos interesa ser pastoreados por Él?
- Nada me falta si Jesús, es mi pastor.
- Las
cosas cambian cuando estamos en Él.
- Las
cosas cambian cuando nuestra prioridad está en Jesús.
- Procura
en tu vida, no sólo buscar de sus bendiciones, sino buscar al que bendice.
- Deja
que Él te pastoree, deja que Él te guíe.
- Por
eso el bien y la misericordia nos siguen todos los días, porque cuando Jesús es
el pastor, nada nos puede faltar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario