- En
mi adolescencia viví la experiencia de que mi madre enfermara de cáncer.
- Ella
nos habló con claridad, desde un comienzo sobre el posible diagnóstico y
escenario.
- Pasaron
algunas semanas y fue confirmada aquella sospecha: Mami, tenía cáncer.
- Aunque
muy joven, yo entendí rápidamente cuán difícil sería ese tiempo entre citas
médicas, exámenes y tratamientos.
- No
sólo mami enfermó, todos ahora en la casa sentíamos cómo su enfermedad tocaba
nuestras vidas, nuestro diario vivir, nuestro futuro.
- Mi
madre siempre fue muy sabia. Como madre
sola, tenía y sentía demasiada responsabilidad sobre nuestras vidas.
- Nos
habló de los procesos con una sonrisa en labios para calmar en nosotros
cualquier preocupación.
- Pero
sobre todo, nos invitó con su testimonio de fe, a refugiarnos como familia en
Jesús.
- Cierto
es que ante un escenario así, todos padecen.
Pero si en ese mismo escenario Jesús aparece, todos se sostienen de la
esperanza.
- Hay
una relación entre enfermedad, todos
viven el dolor versus Jesús, todos
se apegan a la fe.
- María
y Marta, las hermanas de Lázaro, tuvieron ese principio muy claro. Hubo dolor ante la incertidumbre, así como
hubo respuesta de Jesús ante el grito de ayuda.
- Cada
hermana procesó distinto aquel dolor familiar, sin dejar ambas de reconocer el
poder que tiene Cristo en nuestras vidas cuando lo hacemos presente.
- Ese
mismo Jesús nos acompaña hoy, en donde todos padecen lo que sufre un familiar,
pero en donde todos mediante la fe, se afianzan en sus promesas.
- Si
bien es cierto que todos en la familia viven el momento de enfermedad, todos pueden
también, aferrarse a Jesús.
- El
dolor es parte del proceso, pero no dejes de sostenerte en la fe. No, no la sueltes.
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